jueves, 3 de noviembre de 2011

Apuntes hormonados




Hoy me he acercado unos dos pupitres a ti.
Siempre te sientas en las primeras filas
y yo siempre atrás,
pues sigo conservando la rebeldía escolar
de los que se colocan más lejos del profesor
para hacer sus fechorías.
Eso o que directamente me he dejado en casa
las ganas de relacionarme y me siento atrás,
sola,
esperando por si un día llegas tarde,
o te quitan el sitio y puedes ponerte a mi lado.
Entre teorías numéricas y fórmulas imposibles,
que llaman poco mi atención,
dejo abierta la puerta de mis fantasías
y las dejo que se esparzan por clase.
Imagino que me imaginas.
De reojo, veo que te giras hacia mí,
siempre cautelosa de que no te des cuenta
que estoy más atenta a ti que al catedrático.
Siento tus ojos posados en mi.
Ya sabes que existo, es más,
tu mirada es cálida, noble y sonríe sin necesidad
de que muevas los labios.
Imagino tu letra escrita.
Enlazo los apuntes de mis hojas con dibujos
del perfil de tu cara.
Mientras tanto tú ignorante,
y yo con una sensación extraña pero contenta
de haber cambiado hoy mi clase de estadística aplicada
por un estudio exhaustivo de tus manos,
tu cara y tu espalda.
Conforme de poder desearte desde lejos,
y a sabiendas que al final de la clase
me habré olvidado de ti
y durante el camino a casa
ya me habré enamorado de otro alguien,
en algún otro aburrido momento,
en algún otro vagón de metro.

Foto: Estación de Metro de Amsterdam